29/10/08
La alteración del proceso natural de limpieza del oído por un exceso de higiene o mediante el uso de métodos inapropiados provoca la aparición de tapones.
Perder audición de manera repentina o tener la sensación de escuchar nuestra propia voz mientras hablamos (fenómeno conocido como autofonía) puede indicar la presencia en el oído de los llamados tapones de cera, un trastorno cuya incidencia se multiplica durante los meses de verano. Según explican los otorrinolaringólogos, la cera es la sustancia encargada de defender el epitelio del conducto auditivo frente a infecciones y golpes, pero la acumulación de esta sustancia, generalmente debida a un proceso de limpieza inadecuado, provoca la obstrucción de este canal, y puede dar lugar a lesiones. Aunque es muy molesto, no se trata de un trastorno de importancia y para solucionarlo basta con extraer el tapón.
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La cera es una mucosidad espesa, el resultado de la secreción de las glándulas ceruminosas situadas en el tercio externo del oído externo cuya misión es proteger el conducto auditivo, el canal que va desde el tímpano hasta el exterior del oído.
Esta mucosidad es la que se encarga de mantener el ph de este canal, pero cuando se acumula en exceso puede provocar su obstrucción y dar lugar a los tapones, según indica Ignacio Cobeta, secretario de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Patología Cervical. Constantino Morera, jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Hospital La Fe de Valencia, matiza que habitualmente no deben producirse tapones, y que la obstrucción del conducto auditivo suele estar provocada por la alteración del mecanismo natural de limpieza del oído.
Los tapones en el oído pueden ser de dos tipos. Los tapones de cera son los más comunes y están causados por la acumulación excesiva de cera. Los tapones epidérmicos, menos frecuentes, son más oscuros, de una cera amarillenta, y se producen por descamación epitelial. El conducto auditivo externo tiene una piel que es migratoria y sale del tímpano hacia afuera. Al llegar al final del conducto, esta piel se mezcla con la cera y se forman pequeños detritus. Cuando el mecanismo no funciona bien, se forman tapones epidérmicos.
La acumulación en exceso de la mucosidad del conducto auditivo puede provocar obstrucción y dar lugar a los tapones.
Los tapones son una molestia que algunas personas padecen de manera repetida a lo largo de su vida, pero que puede no aparecer nunca en otras, «ya que tanto la cantidad como la calidad de la cera es muy variable entre unos y otros individuos», indica Cobeta, y en muchos casos existe una propensión genética a tenerlos. Se trata de un trastorno que puede presentarse en cualquier grupo de población, sin importar el sexo ni la edad, aunque según señala el Jefe de Servicio de Otorrinolaringología del hospital valenciano, afecta en mayor medida a los ancianos debido a que la piel de su conducto auditivo externo «tiene menos capacidad migratoria.
Además de afectar más a la población mayor, los taponamientos de oído tienen mayor incidencia en verano. ¿La razón? La cera acumulada en el oído absorbe el agua y se hincha, lo que provoca la formación de un tapón, como afirma Constantino Romero. Coincide con esta idea Cobeta, quien señala que a veces bastan actos tan simples como un lavado de cabeza o una ducha para que se formen tapones en el interior del oído. ¿Cómo puede saberse que se tiene un tapón de cera y no cualquier otra dolencia ótica?
Los síntomas
La pérdida repentina de audición es uno de los síntomas más claros para reconocer que se tiene un tapón en el oído. La disminución de la audición suele ser drástica, y es habitual dejar de oír «de un día para otro», asegura Cobeta, pero es pasajera y se recupera tras la extracción del tapón. A esta situación tan llamativa se unen otros síntomas, que resume la Sociedad Española de Otorrinolaringología:
-Sensación de autofonía: La persona parece oír su propia voz cuando habla.
-También es frecuente que, al masticar, se tenga la sensación de estar escuchando el ruido que producen las mandíbulas al chocar entre sí.
Dolor de oídos, puede ser de intensidad media, y en la mayoría de las ocasiones es necesario recurrir a tomar analgésicos; sensación de taponamiento; zumbidos; sensación de inestabilidad, en ocasiones, un tapón en el oído puede provocar leves mareos.
Normalmente, se recurre a reblandecer el tapón con aceite o agua, esta última más eficaz y segura, según los últimos estudios realizados por médicos holandeses y publicados en el British Journal of General Practice.
Pero a pesar de que la extracción de los tapones no presenta dificultad, los médicos recomiendan que esta operación sea llevada a cabo por profesionales. Aseguran, además, que antes de proceder a sacar el tapón es aconsejable que se realice al paciente un examen que incluye una otoscopia. Con esta exploración, según señala Cobeta, se puede visualizar el conducto auditivo externo, el tímpano -para comprobar que no existe perforación- y el oído medio. Tras realizar la revisión, que debe llevar a cabo el especialista en Otorrinolaringología, se procede a la extracción de los tapones. Se pueden emplear diversos procedimientos, que nunca se aplicarán si se sospecha que puede existir una lesión o si el oído del paciente ha supurado o si tiene perforación timpánica.
Uno de ellos es la irrigación, que consiste en la introducción de agua templada en el oído (a 37ºC porque si el agua es más fría puede provocar mareos al paciente) con objeto de reblandecer la cera y que salga hacia fuera. También pueden utilizarse agua oxigenada o sustancias cerumenolíticas (que hacen menos compacta la cera). Los expertos advierten del peligro que puede tener efectuar esta operación en casa, porque los tapones más compactos pueden necesitar que se utilice mucha fuerza y se puede llegar a lesionar el tímpano. Otro de los procedimientos es la cirugía instrumental que debe realizarse siempre por otorrinolaringólogos. Se trata de llevar a cabo un control microscópico y la limpieza del oído con los instrumentos adecuados.
PREVENCIÓN
La extracción es el único método para terminar con el tapón, pero ¿existe algún modo de evitarlos? La opinión de los expertos es clara y coinciden en señalar que la principal causa de la aparición de tapones de cera en los oídos es una higiene incorrecta de esta zona, por lo que el único modo de prevenir su aparición es no limpiarla en exceso, «no intervenir en el proceso natural de limpieza del oído», según explica Morera.
Los otorrinolaringólogos desaconsejan el uso de los bastoncillos de algodón que tanta aceptación tienen entre la mayoría de la población, ya que suelen dar lugar al efecto contrario al deseado. Estos bastones lo que hacen es arrastrar la cera hacia el tímpano y dificultan su extracción. Para mantener limpio el conducto auditivo, Cobeta aconseja lavarse el oído cada quince días con agua oxigenada rebajada, con objeto de evitar que la cera se solidifique y se puedan formar tapones. Morera propone que nunca se limpie el oído «más allá de donde llega el dedo, que coincide con el lugar donde están las glándulas sebáceas encargadas de fabricar la cera». Y asegura que si se introduce cualquier objeto rebasando este límite, puede estimularse la secreción de cera y provocar un empeoramiento de la situación.
Además de «limitar la excesiva limpieza de los oídos que se lleva a cabo en la actualidad», el médico indica que para evitar la aparición de tapones de cerumen es recomendable también no permanecer mucho tiempo en lugares donde el aire tenga una concentración elevada de polvo, y expresa la conveniencia de que anualmente, en especial antes del verano, se realice una exploración del oído para eliminar el posible exceso de cera.
Fuente: www.consumer.es
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