12/2/09

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La identidad de un lugar, su idiosincrasia, esta constituida no solo por el aporte de las personas que han vivido o viven en él, el paisaje que lo contiene, arraiga la cultura de la naturaleza, esa que nos hace distintivos de los demás. Nuestra zona, caracterizada por la diversidad de orígenes de sus habitantes, tiene una enorme riqueza en la contribución de hombres y mujeres que han forjado con mucho sacrificio, el patrimonio social y cultural. Hugo René Cattáneo, es un vecino de esos silenciosos, de andar tranquilo y mirada serena, pero lleno de inquietudes, como la que lo llevó a crear la bandera del jinete, participar en política (fue vice intendente entre 1999-2003) y ser parte de distintas instituciones de nuestra ciudad. Aquí nos cuenta con su espontaneidad, parte de su vida.

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“Nací en la Colonia Cóndor, el 28 de septiembre de 1938, vengo de una familia pobre, cursé solo 3 grados en la escuela de la colonia, en ese tiempo existía solo primer grado, primero superior y segundo grado, éramos cuatro hermanos, tres varones y una mujer”.

“En el año 1959 empezamos a sembrar arroz, yo estaba haciendo el servicio militar, me licenciaron el 19 de octubre de ese año y cuando llegué a casa me estaban esperando para la siembra del arroz, recuerdo que eran 5 ha era una sociedad familiar, ya son casi 50 años que estamos con este trabajo”.

“Nuestra infancia la repartíamos entre la vida que le corresponde a un niño y trabajando en el pastoreo de las vacas, en aquella época no había tantos alambrados, el único lugar era el potrero donde se encerraban de noche los animales”.

“Hoy en día no es tan rentable producir arroz, si bien la tecnología a facilitado mucho el trabajo, también tiene sus costos, antes las tierras tenían buena fertilidad por su poco uso, se obtenían buenos rindes, a lo mejor en estas épocas los rindes sean mayores porque hay otros manejos del cultivo, pero hay que agregarles fertilizantes, combatir las malezas, lo que también acrecientan los costos”.

“Casi todo el trabajo de cosecha era en forma manual, con la hoz y bolsas, que había que cuidarlas que no se embarren ni se mojen, las máquinas que había eran muy rudimentarias, las bolsas se las cargaba en un carro y se las arrimaba al secadero, se hacía el secado al sol, se desparramaba el grano sobre arpillera, si el día estaba lindo y seco todo era más fácil, pero si se nublaba y amenazaba con llover, había que juntar todo de nuevo y esperar que el tiempo mejore”.

“Existían algunas cosechadoras automotrices, así les llamábamos, que tenían ruedas de oruga pero también estaban las de arrastre, que eran a vapor, movían una cinta que accionaba todo el mecanismo, en esa cinta se cargaba con horquillas el arroz que había sido cosechado a mano y luego se juntaba en bolsas y estibaban hasta que los camiones las lleven”.

“La diversión pasaba por las pistas de baile, había una muy famosa que era la de Vallejos, funcionaba donde estaba el bar “El Resorte” (Malarín y Sta Teresita), también estaban los bailes de carnaval, la orquesta más conocida era la Orquesta Típica y Característica San Salvador, los corsos se hacían en la calle 3 de Febrero, desde el hotel Argentino hasta la hoy Av. de los Rusos, se juntaba muchísima gente, las colonias eran muy pobladas en esa época así que medio nos encontrábamos todos ahí".

"Los bailes se hacían casi todos los fines de semana, pero cuando se organizaba algo en alguna colonia, en el pueblo no se hacía nada, porque la gente prefería ir al baile de campo".

"No había disc-jockey, así que las orquestas tenían un repertorio largo, en los intervalos por lo general se ponía a algún dúo o trío para rellenar un poco. El predio se lo acondicionaba carpiéndolo y cerrándolo con las bolsas de arpillera, las mismas que usábamos para embolsar el arroz y en el invierno le hacíamos un techo del mismo material".

"La iluminación era el problema (risas), se usaban los soles de noche a kerosén, en una oportunidad se organizó un baile de carnaval en la pista del señor Caire, en un largo de unos 150mts, se habían puesto cada 20mts aproximadamente un palo con un farol, el tema era que había que darle fuelle a los faroles para que no se apaguen, así que el encargado de hacer ese trabajo iba y venía, cuando llegaba a una punta, ya se le había apagado el de la otra (risas), era común, nadie se asombraba, lo complicado era para las madres que llevaban sus hijas, cuando se apagaba algún sol de noche, corrían el riesgo de que se les pierdan, por eso muchas llevaban linternas (risas).”

“Casi todas las cosas que comíamos, la producíamos en el campo, se comía bien, siempre había alguna vaca o cordero para carnear, teníamos horno para hacer pan, huerta, gallinas y pollos, pavos, chanchos y árboles frutales de donde sacábamos la fruta y se hacían compotas o dulces. A veces aprovechábamos que el horno quedaba caliente y le poníamos muñatos, también hacíamos choclos asados pero en la parrilla”.

“La relación del campo con el pueblo era muy buena, porque el campo vivía del pueblo y el pueblo vivía del campo, todas las semanas se traían los huevos que se juntaban, cada colono tenía 300, 400 o 1000 gallinas, no era como ahora con estos gallineros grandes que hay que producen a gran escala, pero había mucha gente en el campo, cada arboleda que ustedes vean ahora, correspondía a una familia; en nuestra colonia, las tierras estaban repartidas entre 60,75 y 100ha por colono, hoy no queda casi nadie".

“La gente se fue yendo, porque no tenía las comodidades como luz eléctrica, escuelas, centros de salud y buenos caminos, en los lugares que tenían estos servicios se han ido pocos.”

“Hoy el campo está muy complicado, una es la cuestión climática, eso es algo que no podemos controlar, y lo otro es la impositiva, está recargado de impuestos pero de forma desigual, no es lo mismo quién tiene miles de hectáreas, que quién tiene 100 o 200ha, el combustible tiene impuestos, los repuestos tienen impuestos y así con otros rubros de la producción, sobre algún peso que te queda tenés que pagar impuesto a las ganancias, no digo que no haya que pagar, pero no en esa forma”.

“El avance de la soja ha sido perjudicial para nuestra zona, aquí siempre se hizo producción mixta, agricultura y ganadería, hoy ya no es así, quién quiere hacer ganadería, hace una ganadería cara”.

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