29/3/09
“Cuando trabajaba para Enrique Rihel, me decían el Fater. Siempre fui serio, respetuoso, pero también jovial y no temeroso. Cantaba, chiflaba, no haraganeaba, rendía y a mis trabajos lo hacía perfecto. Un día estaba haciendo una carrocería y prendí la radio, estaba sonando el tango Canaro en Paris, agarré dos electrodos e hice que tocaba el violín, mirá como lo llevo le digo a los otros compañeros, me toca de atrás Riehl y me dice: -dale Fater que vas lindo-, de ahí me quedó ese apodo”, (risas).
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Nació en San Salvador el 2 de diciembre de 1955, contrajo matrimonio a los 20 años con Gloria Racca con quien formo su familia junto a sus dos hijos, Natalia y Alexis.
“Luego de hacer el colegio secundario comencé a trabajar en carpintería, para ayudar a mi abuelo que era muy humilde y necesitaba ingresos. Él fue quien me crío desde chico”.
“Me dediqué al ciclismo, entrenaba mucho, representé tres veces a San Salvador en el Campeonato Entrerriano, en el año 1975, entrenaba a la siesta y a la noche, después del trabajo. Cuando íbamos a correr a Concordia viajábamos en tren, siempre aprovechaba y compraba cancioneros de tangos en algún Kiosco antes de ir a la terminal para aprender las letras, porque aquí no se conseguían”.
“La carpintería me apasionó. Trabajé 5 años, desde los 15 a los 20 años, aprendí mucho con Hugo Ledesma que trabaja muy bien. Le pedí trabajo sin saber nada, hacíamos muebles, en ese tiempo se lustraba con goma laca, y tenía que haber el mejor de los soles, nada de humedad para que seque bien. Después con el tiempo apareció la formica. En la carpintería se me prendió el tango, porque Ledesma escuchaba Radio Cultural o Tabaré de Salto y escuchando me aprendí todos los tangos de Carlos Gardel. Comenzó a gustarme mucho, yo lijaba mientras cantaba y comprendía la importancia de las letras, porque para mi el tango antes no significaba mucho, pero me di cuenta que las letras no eran ficticias, lo que decían tenían una relación con la realidad, por eso le diría a la juventud que se sienten a escuchar un buen tango”.
“Luego me ofrece trabajo Enrique Riehl para su empresa, quien tenía referencias mías que manejaba muy bien el metro y la escuadra. Aunque yo no sabía soldar me dijo:-haga de cuenta que la carrocería es como un mueble de madera pero más grande y de chapa Don Joannaz- y tenía razón”.
“Después trabajé en el Parque Nacional El Palmar, hice dos chalet con enmaderado a la vista. Ahí me conoció Roberto Mercader, dueño de una metalúrgica, aunque no quería volver a ese trabajo volví y trabajé 5 años más ahí”.
“Últimamente me he dedicado a la metalúrgica artesanal o artística para las casas”.
“Vengo de una familia de músicos. Benito y Cipriano Casse son hermanos de mi abuela, integrantes de la Orquesta San Salvador con típica y característica, me gustaba ir a los ensayos”. “Tal vez la música sea congénita, pero no lo sé, yo vivo cantando y en la vida me la paso cantando, siempre para mi nomás, una costumbre, en el trabajo, en la calle, donde sea. Recuerdo que en el viejo y popular boliche La Marina fue el primer lugar que canté en público”.
“Como referente del tango me gusta Jorge Falcón, por el estilo de tango, el fraseo y su timbre de voz que tiene. También me gusta mucho la forma de decir de Roberto Goyenece que se destaca por la forma que va conversando el tango, como dice Cacho Castaña: -el tango no se canta, porque el tango se lo dice-. Me pasa algo especial con Roberto, porque es un gringo y porque es tan igual a mi abuelo físicamente, con sus canas blancas".
"Como tanguero voy a perder punto diciendo que no me gusta Carlos Gardel, porque invoca una voz que tal vez por haber estado en Francia, las palabras las pronuncia mal. Entonces la dicción deja mucho que desear, pero si reconozco que se destacó por el tono y la impostación de la voz, es una característica o virtud de él”.
“Los tangos que yo canto los elijo generalmente por la letra, lo mismo para recitar una poesía, hay tangos que a mi no me dicen nada, hay otros que canto y me compenetro, me erizo, me llega muy profundo. Antes de subir al escenario o la previa estoy lleno de miedos, pero cuando escucho el bandoneón esos temores se transforman en ansiedad de cantarle a la gente, yo siento que le estoy contando una historia, por eso necesito un tango arrabalero, del bajo, tradicional, que me llegué en lo profundo”.
“También me gusta bailar el tango, tomé cursos de baile. Tuve la oportunidad también de tener dos horas de clases de canto en Villaguay con un muy buen profesor y una vez también cursé un taller de música aquí en San Salvador”.
“He ido a las Milongas como se llaman en Buenos Aires, que son lugares para bailar tango. Hay una pareja de profesores que observa como baila cada uno, van explicando, enseñan como
caminar la pista para no pisotearte y ver las dificultades que la pista presenta”.
“Siempre escribo algo, generalmente tiene que ver con la nostalgia y el romanticismo, soy sensible, llego a las lágrimas mucho antes que otras personas, sobre todo en las cosas injustas, no me gusta la ambición sino la vida simple. Horas antes del día de la madre, Gloria se durmió en mis brazos y yo no había escrito nada, me surgió un sentimiento y escribí el poema Gota de Rocío”.
"Para el amor de mi vida Gloria Racca"
Gota de rocío
Te dormiste en mis brazos, y así comenzó tu día
y se inspiro mi poesía en tu sueño angelical
sos la gota de rocío que la flor quiere tener
sos la mirada mas tierna, que mis ojos pueden ver
sos mi amante, mi mujer,
sos la madre que a mi vida, me dió su razón de ser
sos aquella adolescente, de la cual yo me enamoré
“Veo que el hombre hasta ha perdido la iniciativa de decir los piropos que provocan a la mujer, creo que le ganó la grosería, y es ahí donde se cambian los roles, hoy en día la mujer busca piropear al hombre porque el varón no lo hace, tal vez por su mismo machismo”.
“Una vez fui a trabajar a la estancia Flor de Lis, un señor me contó toda la historia y le dije que escribiría algo referido a eso, inmediatamente mira a su mayordomo, y le dice: -Escuchá, Alfredo le va a escribir una canción a la estancia, organizá una fiesta-. Reuní todos los datos como se había formado la estancia y escribí una milonga. A partir de entonces se hace la fiesta todos los años en aquel pago”.
“Creo que hay que quererse, abrazarse y besarse más, estamos perdiendo los principios, los valores familiares, los sentimientos profundos de amor. Yo me siento un hombre pleno, y puedo afirmar que no es necesario ser malo y rudo para ser hombre. El corazón no se equivoca, solo hay que saber escucharlo. El hombre también puede llorar, decir te amo, y seguir siendo hombre”.
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