20/1/08
-"Recuerdo que había una maestra, que tenía por costumbre adelantar el reloj de la escuela, para que toque antes la campana, todas éramos cómplices, menos la directora que si se enteraba nos echaba a todas, lo adelantaba como quince o veinte minutos, era gracioso verla subir a una silla, todas expectantes de su tarea.
-Durante dos años le cocine a los chicos de la escuela 9 cuando recién empezaba a funcionar, un día que lloviznaba, yo venía con una fuente grande con fideos, y un guacho de arriba de un árbol me tira un pelotazo y me hace caer, volaron los fideos para todos lados, eran muy diablos esos gurises, y todos se mataban de risa y yo con una bronca bárbara".
"En el invierno me gustaba llevar unos licorcitos, para aguantar el frío, pero siempre llevaba mi cepillo y crema dental para que no me sientan el olor, no sea cosa que empiecen a decir que la cocinera es una borracha"(risas).
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“Nací en Villa Elisa, en el año 1932, pero a mis 9 años mi padre se traslada a San Salvador, no conocí a mi madre porque ella muere cuando yo nací, a causa del parto y de una epidemia que había entonces, nos mudamos al campo, a la Colonia Cóndor, mi papá se casó varias veces, somos 18 hermanos por parte de mi papá, ¡era bravo el viejo en esas cosas! (risas), yo los quiero a todos, son mis hermanos, lo mismo que mis madrastras, han sido buenas conmigo".
"La vida en el campo en ese entonces era de mucho respeto, había que trabajar de muy chica, juntar huevos, darle de comer a los animales, nuestro padre nos asignaba una tarea a cada uno".
"Me crió mi abuela, de parte de madre, me dio mucho amor, igual que mis tías, sufrí mucho cuando me tuve que venir de Villa Elisa, era la regalona de la familia.
Fui a la escuela de la colonia, no tengo bien en claro si esta por cumplir 100 años o ya los cumplió, no he escuchado nada, hace un tiempo fui y la encontré hermosa, la habían hecho nueva, aunque no era a la que yo asistí, pasé lindos momentos ahí".
"A los quince años me voy a Bs. As, tenía una hermana que me vino a buscar con unas primas, el campo no me gustaba, me fui decidida a luchar, tenía como tutores a una familia de médicos, mi padre firmó un papel en la comisaría nombrando a esta gente, me tenían cortita, en esa época no se podía ir a un baile, tenías que ser mayor de edad, las otra chicas se iban y yo me quedaba en mi pieza a llorar".
"De chica tuve la inquietud de conocer Bs. As, me fui acostumbrando al ritmo de vida de la ciudad, me fascinaba todo, las avenidas que en ese entonces andaban los tranvías, las luces de los negocios y las calles, imagínense para alguien como yo que nació y se crió en el campo, ¡un cambio total!"
"Yo vivía y trabajaba en Villa Devoto, un lugar con muchas casonas, sería algo así como un barrio de casas quinta, de buenas familias, estaba prácticamente todo el día en la calle haciendo mandados, los patrones eran casi como nuestros padres, solo le teníamos que pedir lo que queríamos comprarnos, así sea un tapado de piel, ellos lo compraban, tengo muy buenos recuerdos de esa gente, pero tomé la decisión de irme, no hay nada mejor que vivir en lo de uno, a parte que me pagaban poco, yo quería un poco de más libertad".
"Conozco a mi marido, y me caso ahí en Capital, el era hijo único, tenía el papá muy enfermo, luego fallece y tomamos la decisión de volver porque la mamá de él queda sola, sufrí mucho, porque me había acostumbrado a las comodidades de la ciudad, el movimiento de los negocios, conseguir las cosas que quería comprarme cerca de mi casa; el pueblo yo lo veía que tenía mucha tristeza, en ese momento lo que me hacia feliz, era el nacimiento de mi primera hija".
"Mi marido no quería que yo trabajara, el tenía dos trabajos, pero pensaba en mi hija que estaba por cumplir 15 años y quería seguir estudiando, acá no había escuela secundaria, tenía que viajar y vivir en alguna pensión, así que me enteré que en la escuela necesitaban una persona para hacer una suplencia en la cocina por cuatro días, a los dos días de terminar con esa suplencia, me mandan a buscar porque la otra señora había renunciado, estuve 18 años donde mi sueldo lo pagaba la cooperadora, recién en 1984 me efectivizaron en el cargo".
"Llegué a cocinar para 700 chicos el desayuno y la merienda, estaba sola en la cocina, recién en los últimos años me pusieron ayudante, que era de los planes trabajar".
"A veces me agarraba la desesperación cuando las papas no me hervían o los fideos no se cocían, y se me llegaba la hora de comer, y veía a los chicos que me preguntaban si me faltaba mucho".
"Cuando empecé, la cocina era de esas comunes, como la que tenemos en la casa, luego con el tiempo me trajeron una cocina industrial, antes entraba a las 6 de la mañana, después cuando me efectivizaron, mi horario era de 8:30 a 14:30, las cosas las proveía el gobierno, la cooperadora también hacía su aporte importante".
"A veces me quedaba hasta más tarde colaborando cuando organizaban algún acto para recaudar fondos, pegando afiches o cualquier cosa que pudiera ayudar, me sentía muy a gusto, recuerdo a muchas de las chicas, como a Melita Enrique, Mirta Metzler, con todas las directoras y vice directoras tuve muy buena relación, menos con una que no voy a nombrar, no vale la pena, es una mujer muy egoísta, muy mala, ¡quería que le sacara cosas a las comidas para ahorrar!, no pensaba en los chicos, era muy desconfiada".
"Tengo la gran satisfacción que muchos de los alumnos me recuerdan con mucho cariño, muchos me dicen que extrañan esos guisos que les hacía, a la mayoría no los reconozco, imagínense que ahora son hombres, por supuesto han cambiado su aspecto, ese reconocimiento es algo que guardo en mi corazón, no me lo saca nadie.
El menú por lo general lo hacían las directoras, guardo un gran recuerdo de Nona Enrique, era una persona de gran aprecio, ella siempre decía que si yo estaba en la cocina, era garantía de responsabilidad".
"Recuerdo una época cuando traían fiambres y queso, tenía que preparar los sándwich y las fetas las tenía que cortar con un cuchillo, todavía me quedan los callos, no se porque no pedía que me lo traigan cortado, hasta que un día me dio una descompostura y me agoté y me pusieron una chica para que me ayude".
"Con los compañeros de trabajo nos llevábamos bien, éramos muy compinches, a veces estaba muy cansada o algo afligida y siempre alguno de ellos se contaba algún cuento de esos bien verdes, o cualquier otro tipo de charla, se sabían todo lo que pasaba, que la mujer de fulano se fue con otro, que el vecino tiene amores clandestinos, ¡nombraban a todos, y yo no conocía a nadie! (risas), ahora creo que todo sigue igual ¡o peor!"
"Creo que fue allá por 1989 que casi se cierra el comedor, entre todos llevábamos cosas para que siga funcionando, el gobierno no mandaba las partidas, aunque los comerciantes aguantaban, fue un momento crítico".
"El trabajo dignifica a las personas, es algo primordial en la vida, como dice el dicho; el trabajo es salud, es una gran verdad".
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